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jueves, 7 de mayo de 2020

Re-imaginando el Futuro Después de la Crisis del Coronavirus/ .

Degrowth Open Letter

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Re-imagining the Future After the Corona Crisis.

Re-imaginando el Futuro Después de la Crisis del Coronavirus.

La pandemia del Coronavirus ya se ha llevado innumerables vidas y todavía no se sabe cómo se desarrollará en el futuro. Mientras las personas en la primera línea del sistema de salud y del abastecimiento social básico están luchando contra la propagación del virus, cuidando a las personas enfermas y manteniendo el funcionamiento de las operaciones esenciales de la sociedad, una gran parte de la economía se ha estancado. Mientras esta situación es paralizante y dolorosa para muchos, provocando miedo y ansiedad a aquellos que amamos y a las comunidades a las que pertenecemos, puede ser también un momento para que colectivamente aportemos e impulsemos nuevas ideas.

La crisis desencadenada por el Coronavirus ha puesto al descubierto muchas debilidades de nuestra economía capitalista obsesionada por el crecimiento, tales como la inseguridad laboral y alimentaria de muchos, los sistemas de salud menoscabados por años de austeridad y ajustes económicos, y la infravaloración de muchas de las profesiones más imprescindibles y esenciales. Este sistema, basado en la explotación de las personas y de la naturaleza, es severamente propenso a sufrir crisis, algo ya considerado como normal. Aunque la economía mundial está produciendo mucho más que nunca, falla en el cuidado de los seres humanos y del planeta, en su lugar acumula riquezas en pocas manos mientras el planeta es arrasado. Millones de niños mueren cada año por causas evitables, 820 millones de personas están desnutridas, la biodiversidad y los ecosistemas están siendo degradados, y los gases de efecto invernadero continúan elevándose provocando un claro cambio climático antropogénico con consecuencias tales como aumento del nivel del mar, tormentas devastadoras e incendios incontrolables, entre otros fenómenos.

Durante décadas, las estrategias dominantes contra estos males han sido dejar la distribución económica mayormente a las fuerzas del mercado y atenuar la degradación ecológica a través de una economía que fuera capaz de crecer sin incrementar la presión ambiental mediante el desacoplamiento y el crecimiento verde. Esto no ha funcionado. Ahora tenemos una oportunidad para construir sobre la base de algunas de las experiencias de la crisis del coronavirus: con nuevas formas de cooperación y solidaridad que están floreciendo y el creciente respeto y estimación generalizado de los servicios sociales esenciales como la salud pública y el trabajo de cuidados, el abastecimiento de alimentos y la gestión de desechos. La pandemia también llevó a los gobiernos a tomar acciones sin precedentes en tiempos modernos de paz, demostrando lo que es posible cuando hay voluntad para actuar: las reestructuraciones de los presupuestos, la movilización y redistribución de dinero, la rápida expansión del sistema de seguridad social y la importancia de la vivienda para las personas sin hogar.

Al mismo tiempo, necesitamos estar alerta con el aumento problemático de las tendencias autoritarias de los sistemas de vigilancia masivos y las tecnologías invasivas, el cierre de las fronteras, las restricciones al derecho de asamblea y el posible agravamiento de la crisis por una profundización del capitalismo salvaje. Debemos resistir firmemente a estas dinámicas, pero no detenernos ahí. Debemos empezar una transición hacia un tipo de sociedad radicalmente diferente. En vez de tratar desesperadamente de hacer andar de nuevo la destructiva maquinaria del crecimiento, sugerimos construir sobre la base de las lecciones aprendidas y de la abundancia de iniciativas sociales y solidarias que han brotado alrededor del mundo durante estos meses. Al contrario de lo que sucedió después de la crisis financiera del 2008, deberíamos salvar a las personas y al planeta en lugar de rescatar a las grandes corporaciones y emerger de esta crisis con medidas de autosuficiencia y prosperidad en vez de austeridad.

Nosotros, las personas signatarias de esta carta por consiguiente ofrecemos cinco principios para la recuperación de nuestra economía y la creación de una sociedad justa. Para desarrollar los nuevos fundamentos de una economía que funcione para todos y todas, necesitamos:

1)  Poner la vida al centro de nuestro sistema económico.
En lugar del crecimiento económico y la producción de desechos, debemos poner la vida y el bienestar al centro de nuestros esfuerzos.  Mientras tanto, algunos sectores de la economía, como la producción de combustibles fósiles, fuerzas militares y anuncios publicitarios, tienen que ser eliminados lo más rápido posible. Necesitamos fomentar otros, como asistencia médica, educación, energías renovables y agricultura ecológica.

2)  Reevaluar radicalmente cómo y qué trabajos son necesarios para una buena calidad de vida para todos.
Necesitamos poner más énfasis en el trabajo de cuidados  y evaluar adecuadamente las profesiones que se han probado imprescindibles durante la crisis. Trabajadores de industrias destructivas necesitan acceso a capacitación para nuevos tipos de trabajo que sean regenerativos y limpios, asegurando una transición justa. Tenemos que reducir el tiempo de trabajo e introducir esquemas de trabajo compartido.

3) Organizar a la sociedad en torno a la provisión de mercancías y servicios esenciales.
Mientras necesitamos reducir el consumo excesivo y los viajes en avión, necesidades humanas básicas como el derecho a la alimentación, la vivienda y la educación tienen que estar aseguradas a través de servicios básicos universales o esquemas de ingreso básico universal.  Además, se debe definir y poner en práctica un sistema que garantice un ingreso mínimo y ponga un límite al ingreso máximo.

4) Democratizar la sociedad.
Esto significa permitir a todas las personas que participen en las decisiones que afecten sus vidas.  En particular, significa más participación por parte de los grupos marginados de la sociedad así como la inclusión de los principios feministas  dentro de las políticas y el sistema económico. El poder de las corporaciones globales y el sector financiero tiene que ser reducido drásticamente a través de la apropiación democrática y la supervisión.  Los sectores relacionados a las necesidades básicas como energía, alimentación, vivienda, salud y educación necesitan ser des-mercantilizados y des-financiarizados.

5)  Sistemas políticos y económicos basados en el principio de la solidaridad.
Redistribución y justicia – transnacional, interseccional e intergeneracional  – deben ser la base para la reconciliación entre las actuales y futuras generaciones, grupos sociales dentro de los países así como entre los países del Sur Global y del Norte Global. El Norte Global en particular debe terminar con las formas actuales de explotación y hacer reparaciones por las pasadas. La justicia climática debe ser el principio que guíe una rápida transformación social y ecológica.
Mientras tengamos un sistema económico que sea dependiente del crecimiento, una recesión económica será devastadora. Lo que el mundo necesita es Decrecimiento – una economía planeada pero adaptable, sostenible, y en reducción progresiva y equitativa, guiando hacia un futuro donde podamos vivir mejor con menos. La actual crisis ha sido brutal para muchos, golpeando más duro a los más vulnerables, pero esto también nos da la oportunidad para reflexionar y pensar. Esto puede hacer que nos demos cuenta de lo que es verdaderamente importante, demostrando así el potencial del Decrecimiento. El Decrecimiento, como movimiento y como concepto, ha estado reflexionando sobre estos puntos desde hace más de una década y ofrece un marco consistente para repensar la sociedad basada en otros valores como la sustentabilidad, la solidaridad, la equidad, la convivencia, la participación, la democracia directa y el buen vivir.

PARA FIRMAR:

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Únete a nosotros en estos debates y comparte tus ideas en  Decrecimiento Viena 2020  y el Día del Decrecimiento Global  – para construir juntos la salida intencional y emancipatoria de las adicciones del crecimiento.

En solidaridad, Grupo de trabajo de la carta abierta: Nathan Barlow, Ekaterina Chertkovskaya, Manuel Grebenjak, Vincent Liegey, François Schneider, Tone Smith, Sam Bliss, Constanza Hepp, Max Hollweg, Christian Kerschner, Andro Rilović, Pierre Smith Khanna, Joëlle Saey-Volckrick.

Esta carta es el resultado de un proceso de colaboración dentro de la red internacional decrecimiento. Ha sido firmado por más de 1,000 expertos y 67 organizaciones de XX países.

Vea todas las firmas aquí

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Entrevista a Joan Martínez Alier*
PREGUNTA: Después de la gripe de 1918-19 llegaron los años veinte. ¿Qué sientes que puede pasar esta vez? ¿Cuáles deberían ser los principales cambios para usted?

RESPUESTA: Después de la gripe del 1918-19, que era un poco como esta pandemia de ahora, vino el Charleston y los años 1920, el crecimiento económico, la crisis de 1929, los fascismos, la guerra de España de 1936-39, el franquismo y la Segunda Guerra Mundial; también la terrible guerra de Japón en China. 
Los humanos no necesitan ningún virus para hacer desastres.
Debemos aprovechar este momento para llevar a cabo pequeños cambios radicales: 1) Dejar de contar el Producto Interno Bruto, utilizar indicadores físicos y sociales para decidir si estamos mejorando o empeorando, y discutir estos indicadores sociales y ecológicos que son fáciles de entender, y no hablar nunca más del PIB, nunca más. 2) Redistribución interna, un ingreso universal básico (en lugar de soñar que llegará el empleo asalariado para todos gracias al crecimiento económico). 3) La Redistribución internacional, ya basta de comercio ecológicamente desigual y también reconocer la deuda ecológica que tenemos los ricos. 4) Desvincular la economía real del pago de muchas deudas financieras, no volver a la "Deudacracia" de 2008. 5) Menos viajes de personas y también de mercancías. 6) Más agroecología local, más urbanismo ecológico. 

Todo esto guiado por los debates democráticos acerca de cómo imponer algunas prohibiciones y cómo cambiar los impuestos. 

No es fácil subir impuestos sobre los combustibles fósiles, si ves lo ocurridos en Francia con los gilets jaunes. Ahora bien, creo que finalmente todo el mundo admite que hay cambio climático.
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*Alier (Barcelona, España, 1939) es un economista catalán. Es catedrático de Economía e Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona.


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Degrowth: New Roots for the Economy.



Re-imagining the Future After the Corona Crisis.
 
The Coronavirus pandemic has already taken countless lives and it is uncertain how it will develop in the future. While people on the front lines of healthcare and basic social provisioning are fighting against the spread of the virus, caring for the sick and keeping essential operations running, a large part of the economy has come to a standstill. While this situation is numbing and painful for many, creating fear and anxiety about those we love and the communities we are part of, it is also a moment to collectively bring new ideas forward.

The crisis triggered by the Coronavirus has already exposed many weaknesses of our growth-obsessed capitalist economy - insecurity for many, healthcare systems crippled by years of austerity and the undervaluation of some of the most essential professions. This system, rooted in exploitation of people and nature, which is severely prone to crises, was nevertheless considered normal. Although the world economy produces more than ever before, it fails to take care of humans and the planet, instead the wealth is hoarded and the planet is ravaged.  

Millions of children die every year from preventable causes, 820 million people are undernourished, biodiversity and ecosystems are being degraded and greenhouse gases continue to soar, leading to violent anthropogenic climate change: sea level rise, devastating storms, droughts and fires that devour entire regions .

For decades, the dominant strategies against these ills were to leave economic distribution largely to market forces and to lessen ecological degradation through decoupling and green growth. This has not worked. We now have an opportunity to build on the experiences of the Corona crisis: from new forms of cooperation and solidarity that are flourishing, to the widespread appreciation of basic societal services like health and care work, food provisioning and waste removal. The pandemic has also led to government actions unprecedented in modern peacetime, demonstrating what is possible when there is a will to act: the unquestioned reshuffling of budgets, mobilization and redistribution of money, rapid expansion of social security systems and housing for the homeless.

At the same time, we need to be aware of the problematic authoritarian tendencies on the rise like mass surveillance and invasive technologies, border closures, restrictions on the right of assembly, and the exploitation of the crisis by disaster capitalism. We must firmly resist such dynamics, but not stop there. To start a transition towards a radically different kind of society, rather than desperately trying to get the destructive growth machine running again, we suggest to build on past lessons and the abundance of social and solidarity initiatives that have sprouted around the world these past months. Unlike after the 2008 financial crisis, we should save people and the planet rather than bail out the corporations, and emerge from this crisis with measures of sufficiency instead of austerity.

We, the signatories of this letter, therefore offer five principles for the recovery of our economy and the basis of creating a just society. To develop new roots for an economy that works for all, we need to:

1) Put life at the center of our economic systems. Instead of economic growth and wasteful production, we must put life and wellbeing at the center of our efforts. While some sectors of the economy, like fossil fuel production, military and advertising, have to be phased out as fast as possible, we need to foster others, like healthcare, education, renewable energy and ecological agriculture.

2) Radically reevaluate how much and what work is necessary for a good life for all. We need to put more emphasis on care work and adequately value the professions that have proven essential during the crisis. Workers from destructive industries need access to training for new types of work that is regenerative and cleaner, ensuring a just transition. Overall, we have to reduce working time and introduce schemes for work-sharing.

3) Organize society around the provision of essential goods and services. While we need to reduce wasteful consumption and travel, basic human needs, such as the right to food, housing and education have to be secured for everyone through universal basic services or universal basic income schemes. Further, a minimum and maximum income have to be democratically defined and introduced.

4) Democratize society. This means enabling all people to participate in decisions that affect their lives. In particular, it means more participation for marginalized groups of society as well as including feminist principles into politics and the economic system. The power of global corporations and the financial sector have to be drastically reduced through democratic ownership and oversight. The sectors related to basic needs like energy, food, housing, health and education need to be decommodified and definancialised. Economic activity based on cooperation, for example worker cooperatives, has to be fostered.

5) Base political and economic systems on the principle of solidarity. Redistribution and justice - transnational, intersectional and intergenerational - must be the basis for reconciliation between current and future generations, social groups within countries as well as between countries of the Global South and Global North. The Global North in particular must end current forms of exploitation and make reparations for past ones. Climate justice must be the principle guiding a rapid social-ecological transformation.
As long as we have an economic system that is dependent on growth, a recession will be devastating. What the world needs instead is Degrowth - a planned yet adaptive, sustainable, and equitable downscaling of the economy, leading to a future where we can live better with less. The current crisis has been brutal for many, hitting the most vulnerable hardest, but it also gives us the opportunity to reflect and rethink. It can make us realize what is truly important and has demonstrated countless potentials to build upon.Degrowth, as a movement and a concept, has been reflecting on these issues for more than a decade and offers a consistent framework for rethinking society based on other values, such as sustainability, solidarity, equity, conviviality, direct democracy and enjoyment of life. 

Join us in these debates and share your ideas at Degrowth Vienna 2020 and the Global Degrowth Day - to construct an intentional and emancipatory exit from our growth addictions together!
In solidarity,
The open-letter working group: Nathan Barlow, Ekaterina Chertkovskaya, Manuel Grebenjak, Vincent Liegey, François Schneider, Tone Smith, Sam Bliss, Constanza Hepp, Max Hollweg, Christian Kerschner, Andro Rilović, Pierre Smith Khanna
See all signatories here

This text is the result of a collaborative process within the degrowth international network. By filling in the folowing form, you adhere to the letter and agree to have your name published. 

PLEASE SIGN:

https://framaforms.org/degrowth-open-letter-1587824775
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NOTA:


Un estudio sobre biodiversidad advierte de que es imprescindible el decrecimiento económico. Veintidós científicos liderados por el español Iago Otero descartan que el crecimiento del PIB pueda ser compatible con la preservación de los ecosistemas:

https://elpais.com/ciencia/2020-05-07/un-estudio-sobre-biodiversidad-advierte-de-que-es-imprescindible-el-decrecimiento-economico.html?ssm=FB_CM_MAT&fbclid=IwAR2X-SnpCgMTw2tPpCUaa5-SHzIXIpgk9aJAjAyg8oRLllfop52ion7ph2E

 





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